No siempre las cosas corren como patinadoras sagradas sobre los eternos hielos del sur. Hay veces que el hielo se instala en los corazones como una insistente medida de autosalvación. El hielo como cubito o cilindro seudo transparente que enfría y empaña el vidrio que lo contiene. El hielo como escape al calor acosador de estos días terribles. Un mar de distancia se instaló. Hectolitros de pura y reventada basura hacían imposible el trabajo de mi remero interior. El cielo negro y amenazador se cernía como un cliché. Como un lugar común. Obviamente sobre nuestras cabezas. No hay nada peor que ser cada día menos dueño del futuro y más señor de nuestro pasado. Un camino que conduce a otro lado es siempre un engaño. No existe la variedad en un lugar donde el tiempo es uno. Maldición amigos. No puedo evitarlo. En la esquina de mi casa todas las noches se para un policía.
Antihéroe: Qué dice Roberto, cómo le va?
Policía: Muy bien señor. Y usted?
Antihéroe: Para qué le voy a contar.
Policía: Muy bien señor. Y usted?
Antihéroe: Para qué le voy a contar.
Escuchen esto. Es Rosario Blefari. Dice que tiene un lobo okupa dentro de su cabeza que no la deja salir a pasear.
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