REFLEXIONES SOBRE AGUA NOCTURNA

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No es sed lo que tenemos. Es una enorme necesidad de bebernos las horas y eructarlas en un claro desperdicio de la vida. Mi vida es mía y hago con ella lo que se me da la gana. Todos ayudemos a kike. Todos ayudemos a los perros callejeros que son quemados vivos por imbéciles que andan haciendo cosas feas con su tiempo libre. Igual que el espìritu del rock. Fantasma pelotudo y adolescente. Todos ayudemos a kike. No es sed lo que tenemos. Es una inundación solitaria y un techo de loza húmedo y oscuro y al lado nuestro una botella de whisky semivacía y nuestros amigos pesimistas ayudando a soportar la tristeza de no tener un secador de pelo cerca y ayudando a soportar la tristeza de saber que de tener un secador de pelo cerca no tendríamos un enchufe y ayudando a soportar la tristeza de saber que de tener un enchufe no tendríamos un adaptador de dos patitas para tres patitas. Perra vida. Ayudemos a kike. Al negro kike. Dónde quedaron los dealers de antes? Los dealers de antes no usaban motocicletas. Los que usan motos para vender diversión terminan con un cohetazo en el pecho y durmiendo para siempre en una acequia. Humedad de muerto. Humedad y ausencia de secador. Humedad de adolescente fiestera que muere derrotada por el poder. Muere con el rictus duro por el jaleo nocturno de las provincias que integran el interior de esta república. Muere por que si. Porque alguno de los muñecos que manejan la cuatro por cuatro decide apretar más de lo debido alrededor del cuello. Y crack. La pipa del placer se apaga y con ella la vida. Muere como kike. Porque si. Muere como el dealer. Por ratero. No tengas miedo preciosa. Conmigo todos los caminos conducen a casa. No tengas miedo nena. Siempre podremos refugiarnos en nuestros vasos. En el cristal antibombas de nuestros recuerdos. Subite la falda y decime hijo de puta. Quiero verte jadear contra la mesada de la cocina. Subite la remera y servime más whisky. Todo esto se parece demasiado a lo que sucede en al casa del vecino. Mejor no mires. Esta noche estoy sucio. Mejor no mires. Hay una baba lenta que se desprende de la comisura de mis labios y tiene forma de peces que dicen son abundancia y que tiene forma de dolor que dicen es aprendizaje y que tiene forma de aquello que ya no está que dicen es la ausencia de los que faltaron a mi vida sin aviso. Apago las luces de la cocina. Saco una botella con agua fresca de la heladera. Tomo hasta que me duele la cabeza. La dejo en su lugar, durmiendo al lado de otras botellas con agua fresca. Me rasco el culo. Trato de distinguir las formas que esconde la penumbra de nuestra casa. Esos de ahí aparentan ser libros. Aquellos son los almohadones que rellenamos con las sobras del futón donde solemos hacer el amor. Afuera se escuchan voces de alguien que está llegando. Habla fuerte. No le importa que todo esté apagado. Vecinos de mierda. Da igual. La única silueta que vale la pena está durmiendo debajo de las sábanas. Esperando que la abraze. Ya voy. Distingo el pasillo. Soy más fuerte que la penumbra. Ya voy preciosa. Antes voy a tomar un poco más de agua. Pero esta vez. Voy a elegir una botella distinta.

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