DETENIDO

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Es llegar cansado. Antes que las bombas detonen. Es llegar como distraído a las esquinas. Cruzar el río de metales sin observar las diferencias entre un destello y otro. Cruzar y dejar para más tarde la monotonía-color-monotonía de los semáforos. Es llegar y dejarse caer despacio. En cámara lenta. Dejarse caer (el destino es placentero) y en el instante que hay entre el doblez del cuerpo rodeado de aire y la suavidad roja de mi sillón, pensar: un día de estos, el tiempo va a jugarme una mala pasada y quedaré atrapado, en esta caída, sin llegar jamás al final del movimiento. Como un atardecer en pausa. Como un espejo, frente a otro espejo.

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