BRIGHT EYES - CASSADAGA

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Conor Oberst, más conocido por el nombre de su proyecto musical Bright Eyes, ha sido calificado muchas veces de niño genio y llamado, no sin exageración, el próximo Bob Dylan.
Cassadaga es su última entrega, sexto disco de estudio de una carrera musical comenzada a muy temprana edad y que ha incursionado en la sonoridad folk, el pop y una variante más cercana a la electrónica, ajustando sus dos últimos discos a un estilo determinado. En Cassadaga deja de lado los beats de Digital Ash in a Digital Urn y se adentra en la utilización de coros y arreglos orquestales, retornando a un sonido más melódico.

El álbum abre con ‘Clairaudients (kill or be killed)’, iniciada con un monólogo y una base sonora difusa y tensionante, unas cuerdas que pareciesen estar en pleno ejercicio de afinación para comenzar a tocar y un ascenso progresivo del volumen que se resuelve en una guitarra acústica y la aparición de la voz de Oberst. En esta canción se enuncia algo que será recurrente en Cassadaga: un claro contrapunto entre los arreglos orquestales suaves y las afiladas letras. Y es que en Bright Eyes el trabajo compositivo musical pierde importancia en relación a las letras de sus canciones en una dinámica donde la música se presenta, más bien, como la vía de exponer una prosa específica. En el caso de Cassadaga, Oberst encuentra la plataforma para cuestionar, criticar y burlarse de la política, la religión y la verdad, pero también se da el espacio para entonar baladas y cantarle un poco al amor.

Así, no tiene problemas para decir “I thought you knew the drill, it’s kill or be killed” sobre una melódica y nada angustiante base musical, o en la más alegre y movida ‘Four Winds’ soltar herejemente y multiplicado por tres “But when great Satan’s gone, the whore of Babylon (…) The Bible’s blind, the Torah’s deaf, the Qu’ran’s mute, if you burn them all together you get close to the truth still”.

Musicalmente hablando, Cassadaga es quizás el disco más interesante de este ya no tan joven Conor Oberst, pues en este álbum parece haberse cansado de deambular de un estilo a otro y, por ende, quiere dedicarse a trabajar sobre un sonido más unificado. En ese sentido, la incorporación de arreglos orquestales y corales funcionó como un adecuado complemento a la composición general del disco, dotándolo de delicados y acertados pasajes. ‘Make a plan to love me’ es un claro ejemplo de esto, donde además deja de lado el blabla contra todo para entonar “I know we will grow old it is lovely, still make a plan to love me sometime soon / Will you make a plan to love me?”. Otro de los aciertos del disco es ‘No one would riot for less’, al cual tampoco le falta su cuota de acidez: “From the madness of the governments, to the vengeance of the sea (…) Little soldier, little insect, you know war, it has no heart / It will kill you in the sunshine or just as happily in the dark”.

Como dato curioso, se dice que el disco debe su nombre a un campamento espiritista situado en Florida en el cual Oberst pasó un tiempo. Y haciendo una conexión con su música, parece pertinente decir que las mejores canciones de este álbum tienen como base experiencias personales, donde la emotividad puede plasmarse de forma directa sobre la melodía, pues de alguna manera transmite sentimientos que, siendo personales, son también universales: la soledad, el anhelo y el amor. Pero mejor escucharlo de él mismo en ‘Lime tree’, tema que cierra el disco: “Don’t be so amazing or I’ll miss you too much”. (SUPER 45)

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