FIN DEL DÍA

|


El día Jueves está por llegar a su fin. Mis amigos no están. Han de estar en sus casas, comiendo, limpiando sus dientes, ordenando las bolsas vacías del supermercado, limpiando la pequeña y circular rejilla de la pileta de lavar los platos, observando la inevitable desaparición del líquido detergente. Afuera siguen los autos, insisten en viajar las calles de esta ciudad. Afuera los que buscan, revuelven las bolsas de basura de recuerdos de mujeres de cajones silenciosos y pactos de amor asquerosos, afuera el calor de las estufas se escapa por las paredes las ventanas los vidrios helados de un lado y del otro para que nadie vea lo que el vapor esconde. Tengo los dientes amarillos y mi caja metálica de tabaco alemán en mi bolsillo y la panza peluda por los años de soledad y vigilia y un olor a café en las entrañas en el fondo del pasillo en el último estante de la biblioteca guardo los libros de la verguenza y nunca tuve un diario y jamás pude leer entre líneas y sueño con medias de mujer y fusas y corcheas y bemoles en el cielo del sur del que ya no vuelvo por lejano y ausente y botella al mar con mensaje de niño y respuesta sin llegar por problemas de privatización de correos y electrónicos medios fríos como los vidrios que esconden detrás del vapor la realidad de todos los que hoy preferimos esconder las manos cerrar las persianas matar la noche huir del fin del día del comienzo de la luna cuerno monstruoso lastima y fantasmal blancura asusta huir de nosotros de ellos del camión de la basura que quiere llevarme a una planta recicladora y venderme por dos pesos con cincuenta. Mañana será Viernes. Quizá despierte.

0 Humanos Comentarizaron: