ESA TRISTE OBSESIÓN POR LAS PERSIANAS

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cómo explicarte. mi boca durmiendo entre sábanas extrañas y suaves. cómo explicarte que la luz que ingresa por los infinitos ojos de la persiana que cubre la ventana que divide tu pieza y nos salva del mundo que quiere obligarnos a salir. (salir para qué? si entre tu cuerpo y el mío solo existe una fracción. una historia que se desliza por calles sin esquinas ni semáforos). cómo explicarte que esa luz fragmentada en millones de minutos. esa luz nena. es la más perfecta que jamás vi. cómo decirte sin que mis ojos se trasladen a velocidad-recuerdo y en cada pupila de cada amanecer que nos acarició te sienta cómo alguien que siempre supo donde encontrarme. cómo hablar si cuando mi saliva se desnuda sobre tu piel todos los olores que alguna vez me dejaron sentado mirando el cielo ya no tienen sentido. si viajáramos en infinitos trenes entre camas de dos plazas cubiertas por árboles extraños que se agitan cada vez que tu respiración y mi respiración se ponen de acuerdo para que desde la montaña alguien nos salude con sabor de rayo-relámpago y entonces tu cuerpo que se agita como lluvia finita que envuelve mis manos y me llevo entre los dedos tus piernas y esa línea de agua que divide tu pecho y ese espacio brillante que se llama milagro. me llevo la mirada de mujer-hermosa como si estuviera caminando por playas fabulosas a la luz de una luna tremenda y sobre el horizonte de un mar plateado fogatas como lenguas incendiaran nuestros caminos para que desde las cenizas un aroma como-algo-así-como-algo-así como dragones nos encontrarán y el asombro de las cosas que son perfectas nos hiciera detener la carretera por contados segundos y dieras vuelta tu rostro y esa luna y ese mar y esos dragones nos saludaran proyectando luz en nuestros pasos nuestras huellas nuestras las cosas si juntos y labio sobre labio seguimos caminando. cómo decirte que me cuesta abrir los ojos por el terror de ser el mismo cuerpo solitario dentro de las misma remera solitaria despertando entre temblores solo en mi cama de cincuenta centímetros de ancho sin tu infinita espalda cubriendo mi pecho para que nada-nada-nada pueda jamás hacernos daño. cómo explicarle a esta ciudad de animales destrozados que todavía es posible encontrarse en el sudor de las noches que nunca terminan. en el extraño sonido de una casa de mujer cuando la oscuridad camina despacito por los rincones. como sentarse en el sitio más alto de esta ciudad. abrir el cielo y dejar que las estrellas caigan. se derramen. solo para que ella pueda verlas. presionar mi encendedor de rayos violetas y alejar los fantasmas-recuerdos-que-no-quiero-visitar. hoy manejo mi cadillac descapotable por estas salvajes calles y a mi lado una mujer de palabras transparentes me acompaña (te repito lo siguiente: su pelo se mueve como el agua). su cuerpo aletea mientras el viento ruge y nos llena la cabeza de huracanes y tormentas. su cuerpo se desliza como si tuviera la espalda cubierta de palomas y yo observo asombrado como nuestro carro se levanta del asfalto y se acerca en desafío-súper-star hacia el centro del mandala. y quiero decirte algo más. anoche dibujé símbolos mágicos con tinta china en el techo de tu habitación. dibujé: una vereda cubierta de hojas amarillas y un señor vestido con saco-corderoy camina sobre ellas y a cada paso las hojas crujen tu nombre y tu nombre devora el suelo. dibujé: una pareja de perros blancos durmiendo juntos en plazas alejadas mientras las ventanas se encienden y apagan y nada interesa por que blancos y juntos en una plaza alejada. dibujé: el increíble estremecimiento de los objetos cuando tu cuerpo se mueve entre las cosas. después bajé de tu techo. acomodé las sábanas. me deslicé dentro de ellas. volví a vos. te abracé. y me dejé dormir lentamente entre tus sueños.

entonces. pido que así sea.

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