PAUSA

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con cierto disimulo me acerco zigzagueando entre las mesas y en silencio, suelto en el vaivén nocturno de las botellas ingeridas, como un marinero puto la miro sin decirle nada. la miro morder con su boquita rubia el pedacito de tostado que un plato grasoso y blanco le ofrenda, también en silencio, un vaso con soda forma un triángulo amoroso enlazando el servilletero y dejando fuera a un sádico grupo de escarbadientes que nada tienen que ver con ella ni con sus hermosas muelas. la miro embobado y descubro un tanto extrañado que todo el bar está en silencio. el televisor alterna imágenes de autos con un hipopótamo asomándose entre plantas flotantes y acuáticas. pero no hay sonido. no hay sonido en el viejo amargado que corta su parrillada para uno mientras pierde la mirada por sobre la cabeza de la gorda que mesa por medio, mastica una papafrita y le tira el pelo a una hermosa niña de ojos claros. todo en mute. en ladino silencio de sordo cabrón. como la escena de una película cuando después de caída la bomba el protagonista sobrevive, pero un sonido, algo así como un beeeeeeeeeepppppppppp exasperante reemplaza el ruido ambiente y convierte a la devastación en un frame más triste y más completo. sin sonido el ritmo es un concepto ridículo y entonces me doy cuenta que las cosas y la gente han comenzado a detener poco a poco sus movimientos. el viejo amargado se queda estático en el preciso instante que estaba por cortar su último trozo de vacío. la gorda, a medio levantarse de la silla para buscar a su hija que intentaba salir por la puerta vidriada, se detiene entre como atrapada por el precipicio de la mesa. en su cara impreso un grotesco gesto de enojo. los alrededores de sus labios brillan por el aceite de las papasfritas. el televisor se empaca y decide mostrar una eterna jugada que jamás se completa entre dos futbolistas un tanto añejos. el dueño detrás del mostrador, igual que siempre, quieto y tranquilo, delata su estatismo una voluta de humo detenida a milímitros de su boca. y yo continuo embobado detrás de ella, ya mi vaivén ha cesado como todo los movimientos del lugar y cuando vuelvo a observarla su cuerpo ya se ha levantado de la silla y se dirige suave hacia la puerta. la abre. se va de mi. todo comienza a moverse de nuevo. pido más ginebra. y que alguien apaguen ese puto televisor.

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