EL RETORNO

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a todos nos llegá quizá el tiempo en que el tiempo se apresura. el cielo cae como un hacha sobre los dedos de los pies y es el momento de correr o caminar más rápido. más veloz. antes que perdamos el equilibrio y caigamos quién sabe dónde. en las columnas que sostienen el jubilado mercado de once. en las acequias libres de humo. dejar algo sobre las cicatrices de este desierto. salir a romper las palabras olvidadas. salir a la la calle con una clara y certera tarea. matar el olvido. fusilar los recuerdos borrosos que intentan apropiarse de los claros y rezumantes días de sol que ya son el buen momento que todo old-man debe poseer. los blancos, suaves e inquietantes frascos de colonia old-spice de mi padre. el brillo plata del guardabarros de mi bicicleta roja. el tapper con ese líquido incoloro que preparaba mi madre algunos mediodias y al lado una fuente con alcauciles y mi viejo deshojándolos como si recordara secretos de la noche que pasó. los crucigramas. el poster de easy rider que colgaba de la pared en la pieza de mis hermanos. las tardes solitarias dentro de mi, desarmando los párrafos de algún libro. las casas abandonadas. los perros callejeros. las terrazas vacías. los cajones ajenos. la ausencia de mañana. cuando las personas se alejan del lugar que los contuvo durante determinado período de tiempo es inevitable que alojen dentro suyo la necesidad de volver. el concepto del regreso. del retorno como cierre de algo que puede llamarse pasado. y una vez logrado ese emocional objetivo de retornar. una nueva oportunidad se abre. un nuevo camino. ahora más simple. más nítido. más liviano. ya sin el peso de las cosas que no se saben. volver es ante todo. una manera de comenzar.

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