THE SEA AND THE CAKE - EVERYBODY

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Hay grupos que sólo saben crear melodías llenas de ternura. Sam Prekop, John McEntire, Archer Prewitt y Eric Claridge iniciaron un bello proyecto en los noventa, The Sea and Cake, nombre prestado de una canción de Gastr de Sol que McEntire entendió erróneamente (‘The C in the cake’). Este extraño apodo del “bizcocho y el mar” no pudo ser más apropiado para un estilo de imaginativas mixturas que, rápidamente, sería catalogado de post-rock, aunque esta etiqueta resultase muy vaga para describir su mezcla de jazz desatado de academicismos, ambient pop, easy listening, soul blanco y cierta hipnosis de krautrock, todo bajo un aura estival y de felicidad pura.

Y cuando pensábamos que eran parte de los buenos recuerdos de la música independiente –One Bedroom, del 2003, era su última huella- nos han sorprendido con esta delicada entrega, Everybody, siempre bajo Thrill Jockey, el entretenido sello de Chicago que acogiera a Chicago Underground, Tortoise, Trans Am, Pullman, Isotope 217 y a innovadores actuales como Pit er Pat. Everybody es un nombre apropiado para hablar, primero, del relevo en las perillas de McEntire, el otro gran ingeniero del indie-rock junto a Jim O’Rourke, por Brian Paulson (Slint, Wilco), permitiendo que McEntire se concentrase en la interpretación junto a sus camaradas; en segundo lugar es un buen nombre para referirse a las buenas artes de The Sea and Cake, de congregar a la gente en torno a la sana convivencia, para hacerte sentir en paz, tranquilo. Esta visión naif, que tan tópica suena, puede ser algo tan arduo como hacer reír a tus amigos con un chiste sencillo, y no cabe duda que estos chicos han mantenido frescas sus efectivas ideas.

Sam Prekop, por ejemplo, vuelve a seducirnos con su tono afinadísimo, de una suavidad perfecta y una suspensión galáctica; pero todos sabemos que a sus discos solistas les faltaba el toque de gracia que sí goza junto a la estirpe y la contención de McEntire (batería), Claridge (bajo) y Prewitt (guitarra). Por supuesto estos cargos sólo son abreviaturas de sus canjes de instrumentos y deslindes en vibráfono, coros y percusiones ligeras. Ante tanta maravilla queda responder una pregunta: ¿Es Everybody mejor que los tesoros Oui (2000) y One Bedroom? Y siendo más busquillas, ¿es mejor que sus primeros discos, Nassau, The Biz (ambos de 1995) o The Fawn (1997)? Me temo que no.

Simplemente, la varita mágica no toca todas las canciones. Eso no significa que el nivel no sea de lo más elevado. Para destacar, ‘Up on the crutches’, con inicio tímido, templado a lo The High Llamas, para descubrir sus bondades con avance sólido de batería y acordes muy sintéticos. Sólo The Sea and Cake sabe ejecutar cambios tonales y acordes tan deliciosos como en ‘Middlenight’, con pedal steel de fondo y línea melódica de Ennio Morricone desde nuevas lecturas. Otro buen ejemplo es ‘Lightning’, una canción re-escrita muchas veces hasta que optasen por formas sencillas, de acordes transparentes, percusión minimalista y diminutos efectos luminosos que le dan su clima vaporoso. Es un disco de pocos overdubs que sorprende con alegres arranques de rock, como en la cool ‘Crossing Line’, o el trip setentero de ‘Left on’, con disimulados bucles de sonido, feedback, atmósferas levitantes y una segunda sección muy fuzzy que no disimula su carácter de jam session. Y aunque el total carezca de la energía desbordante de antaño, al escuchar ‘Transparent’ se revela otra lectura más entrañable, con sabor a epílogo de momentos románticos y dulces que han resistido los años para brindarnos, una vez más, la calidez de sus virtuosos creadores. (Super45.cl)



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2 Humanos Comentarizaron:

d. dijo...

estaba convencida de que "the sea and the cake" era un bello recuerdo... qué alegría me diste!

Fibonacci Sonoro dijo...

Recien le comentaba a Gabo sobre la función que realiza Sea And The Cake sustituyendo a los sufridos psicoterapeutas. Me alegro que sea de tú gusto. Y los superheroes volamos con Sea And The Cake, alto, alto.
Besos