MATANDO AMIGOS

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hay maneras de reventarse el cuerpo en una noche ocupando todo lo que nos queda en un último esfuerzo por depilarnos los sobacos. hay formas y fórmulas para colocarse sobre la parrilla como quien se coloca bronceador y después se levanta semidesnudo de la mesa para ir a buscar el hilo dental. hay estrategias para castigarte. puedo darle rec a la cámara de tus ojos y dejar que solo grabes lo peor de mi. hay estrategias para recompensarte. hoy si quiero no te llamo. hoy puedo no estar. puedo estropearme la columna vertebral mientras levanto tu cuerpito para entrar en la suite y colgar nuestras ganas como toda buena ama de casa crucifica la ropa sobre la soga en un repetitivo acto de contrición. tu pantalón. tu pollera. mis corbatas. tus amigos. los míos. los que aún no llegan a la fiesta. un balde lleno de perdedores. el corazón de tu amiga es un ropero viejo con olor a naftalina. y ahora un patio de postal sepia y usamos la reflex que hace ruido-musical. clic-clic-clic. le clavarás un tenedor en el hombro a tu sicóloga y te comerás cada trozo como quien se come el último embutido del último porcino del mundo. el mejor lugar para estar con tu chica es en un bar. un amigo que se resfría se convierte en una mula. en un martillo. en una carreta de cartonero barbudo y pendenciero. una amigo que se detiene y se baja del carro y te patea la puerta y te deja toda su mugre en la guantera para que vos la limpies y se va. se vuelve. se pierde entre las líneas ondulantes que provoca el sol y el calor sobre las carreteras de este planeta y entonces te das cuenta que ese miserable jamás estuvo. que nunca nada. que se construyo como un espejismo y como una daga se retirará de tu pecho para dejarte una cicatriz en forma de ausencia. y volveremos más tarde que ayer a prender las luces y el techo estará más arriba que de costumbre y los números que forman tu número y las combinaciones que llaman a tu nombre se habrán borrado de mi cabeza como una mágica concatenación del dolor. el corazón de tu amiga es un ropero viejo con olor a naftalina y nosotros somos el trazo que supera los límites de la hoja y nosotros somos la respuesta tridimensional y nosotros somos la botella que detiene su caída segundos antes de estrellarse contra el suelo y nosotros somos aunque los demás digan que no.

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